Llega puntual, con la sonrisa puesta, y empieza rápido con sus tareas: montar mesas, secar la vajilla, enfundar palillos, recoger platos…También ha empezado a ofrecer la carta a algunos clientes y le gustaría ampliar sus funciones muy pronto. Su ‘jefa’ está encantada con él y sus compañeros ya se han convertido en un apoyo impagable. Se llama Andreu, tiene 41 años y trabaja desde hace unos meses en un restaurante UDON de Barcelona, un trabajo que combina con el de diseñador en una agencia. Me repasa su currículum para demostrar su experiencia: ayudante de cocina en una pizzería, ayudante de camarero en un hotel y, más tarde, en una cafetería…
Podría parecer un trabajador más de los 850 de UDON, pero Andreu es ‘especial’: simpático, nervioso, cumplidor. Ah, y tiene un cromosoma extra. Por eso, algunos días lo acompaña en su tiempo de trabajo Jordi, de la Fundació Aura. Es como su preparador laboral, un tutor que le ayuda, le enseña y le da algunas recomendaciones. La fundación lleva más de 30 años integrando laboralmente personas con Síndrome de Down con un método que incluye el apoyo de un tutor que, a medida que el trabajador gana autonomía y seguridad, va desapareciendo del lugar de trabajo. Como a Andreu, la fundación ha ayudado a más de 300 personas y sigue con su labor de forma incansable.
Andreu me advierte que se acerca la hora punta en el restaurante y no tiene mucho tiempo para hablar. Pero me cuenta que le gusta la ópera, aunque también escucha a los Catarres o Sau, que pinta mandalas cuando puede y que le encanta viajar. Sobre UDON, dice que lo mejor de todo es la relación con sus compañeros y que espera seguir aquí muchos años. Nosotros, sin ninguna duda, también lo esperamos.